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Corre i Mullat per l’Esclerosi – Circuito de Montmelo 2013

Aprovechando cómo van los entrenamientos encadeno unas cuantas carreras antes de que el calor sea un mal compañero. Y desde luego no quiero faltar a ésta, donde la recaudación, o una parte, va a una buena causa. Es el tercer año que la corro (pensaba que más, pero la colección de dorsales no engaña, veo además que soy fija los años impares).
Pierdo tiempo en casa buscando gomas para la coleta… finalmente salgo sin haberlas encontrado. Llevaré sólo la cinta de Eli. La ronda y autopista, absolutamente limpias un domingo a las 8 de la mañana… ya podría ser siempre así. Aparcamiento en el paddock… aún mejor que otros años. Me dirijo a ver asignación de dorsales y a recogerlo. Todo bien. En apenas diez minutos la cola ha crecido unos cuantos metros. Me he librado. Vuelvo al coche para prepararme. Como vuelvo a estar solita, pido a unas chicas que me saquen una foto, así Iñaki no tendrá que poner el cartel oficial de la carrera en el blog.



Vuelvo al circuito. Hay poca gente. Empiezo estirando frente a los boxes. Voy calentando suave hasta la salida. Se da la salida de las handbikes y, aunque parezca mentira, no se han enterado ni los que están colocando las alfombras bajo uno de los arcos. La primera bike pasa por un estrecho metro-metro y medio; los trabajadores retiran la furgoneta y las siguientes pueden pasar algo más cómodamente. Sigo hacia la salida. Allí unos skippings y sprints. Hace bastante calor y espero la hora a la sombra de otra furgoneta. Quedan 10 minutos para las 9:30 y tomo un gel, para evitar jamacucos. Sí, sí, he desayunado, como siempre, pero el calor no me gusta nada. Vemos pasar la segunda vuelta de las bikes, tímidos aplausos y nos situamos todos detrás del arco. ¡Pistaaaa!, ¿pista?, ¡jo**r! Faltaba una bike… El pobre no sé por dónde ha pasado. Mal organizado. Muy mal. ¿Y la megafonía? Preveo quejas y críticas, porque el fallo ha sido realmente importante.
Y allá vamos. Me voy repitiendo 1, 6 y 10 a 4:30, otros a 4:55. OK, estoy en el 1, así que rapidito. Empieza en bajada, así que ir rapidito no cuesta, voy sola. Lo malo es que la bajada no es de 1km y en plano tengo que hacer que las piernas se muevan.  Frente al paddock están regando a quien se atreva a pasar por debajo: nadie. Todos nos desviamos porque se han pasado con el chorro, más parece que quieran apagar un incendio.
Voy a buen ritmo, que consigo no empeore demasiado en subidas. Vamos todos en algo parecido a una fila india. Por mí estupendo, porque me agobio en las multitudes, tratando de no recibir codazos por doquier y tropezar con piernas que cambian de ritmo aleatoriamente.
Avituallamiento en el 5, a un lado, pero no hace falta más. Bebo lo justo, porque además toca otra vez alegrar el paso. El crono dice que voy muy bien, aunque aún no me atrevo a pensar en qué tiempo puedo acabar.
Han bajado la potencia del chorro, pero sigo sin ver a nadie con ganas de remojarse.
Y here we go again, las subiditas. Baja mi ritmo, pero poco a poco adelanto algún corredor. La altimetría y las temperaturas organizan un concierto de jadeos a mi alrededor y no puedo evitar acordarme de Serge Gainsbourg. Me abro y aprieto, a pasitos cortos.
No sé si me he enganchado yo o ha sido al revés, pero me encuentro corriendo junto a alguien y vamos tirando el uno del otro. Al cabo de unos minutos él decae y yo, milagrosamente, me recupero. No he aprovechado la vuelta de reconocimiento, no recuerdo ningún giro, ni dónde sube o baja. Voy por el 8. Miro el reloj. Echo cuentas pesimistas: el sub48 está en el bolsillo, y si no pasa nada, sub47 también. Me fijo en una chica que me saca unos 30 metros de ventaja. La llevo viendo un buen rato, seguramente una vuelta entera. Vamos al mismo ritmo. El objetivo es alcanzarla. Me voy acercando al objetivo. Hecho. Este km me está resultando muy largo… Por fin: veo el arco de salida. Ya no falta nada. No cojo agua. Me pongo el dorsal delante (que es donde suelen decir que hay que llevarlo). Adelanto a un par. Bajada. No, hoy no choco manos, niños, lo siento. Última recta, último esfuerzo. Piso la alfombra. Paro crono. Me echo las manos a la cara. MMP: 45:16. Me parece increíble. Desde Cornellà me siento otra. El coach es sabio.
Voy a por los regalitos. Aumentan mis existencias de productos de limpieza. Y ahora, la camiseta sedentaria… hasta que no lleguen las oficiales. Talla S, ¿me la puedo probar?. Sí, claro. Me marcan el dorsal y dan una bolsa. ¿Que no era verde? Las otras tallas. Noooooo…

La alegría por la marca supera cualquier decepción por la camiseta, y me voy feliz y con una sonrisa de oreja a oreja al coche.


Hago simulacro de estirar en casa porque con la emoción se me ha olvidado hacerlo al acabar de correr.
Creo que he consolidado 🙂

Reyes
El equipo de sedentarios