El día había llegado, por fin viernes 14 de enero, y yo me despertaba en un hotel a 200 m del
circuito de Yas Marina en Abu Dhabi. Aquello que hace 2 meses parecía a la vez sueño y locura, estaba a punto de convertirse en realidad. Iba a participar en un triatlón que se desarrollaría íntegramente en un recinto único, el circuito de
F1 Yas Marina. Hoy, en vez de ver a los habituales pilotos del mundial, me iba a ver a mí mismo corriendo por ese mismo trazado y utilizando una bicicleta en vez de un F1.
Me levanté tranquilo, con tiempo para desayunar y preparar todo el material. La organización había tenido un detalle con los participantes programando el inicio de la prueba para las 12h, lo que agradecía enormemente porque lo de levantarse a las 6.00h para hacer un triatlón es posiblemente lo más desagradable de este deporte, en el que sólo llevaba 9 meses y 2 participaciones (Sprint Salou 2010 y Olímpica Barcelona Garmin 2010).
Sobre las 10.30h llegué al circuito, me presenté ante los jueces que revisaban las bicicletas a la entrada del Pit Lane, que durante esa jornada sería la zona de transiciones. Hoy allí, en vez de estar las escuderías del mundial de F1 con todos sus integrantes y material, había repartidos en 3 filas los aproximadamente 500 participantes que iban a tomar parte en las 3 modalidades posibles de la prueba: olímpica, sprint y por equipos.
Tras colocar la bicicleta y todo mi material en la zona asignada, me enfundé el tritraje y comencé estirar un poco antes de iniciar la prueba. Justo en esos minutos previos a la salida, cuando estaba paseando y calentando por la zona de los boxes, para mi enorme sorpresa, me encontré de cara con Pedro Martínez De la Rosa, piloto de F1. Por un segundo me quedé congelado y alucinado, le saludé presentándome y preguntándole si él también iba a participar. Me confesó que acababa de enterarse que iba a haber una triatlón allí, por lo que era obvio que no tenía previsto participar, y que además actualmente no se veía capacitado para ello. Se mostró sorprendido al saber que me había desplazado hasta allí sólo con motivo de la Tri Yas, nos tomamos una foto juntos, me deseó suerte y nos despedimos. Llegué a pensar que Pedro y su amigo podían ser los otros participantes de nuestro país, ya que la organización me dijo que había un total de 3 españoles inscritos, y yo el único que me desplazaba desde España, pero no. (Finalmente averigüé que los ostros inscritos no participaron).
Con el traje de neopreno, el gorro y las gafas, me dirigí hacia la marina del circuito. En la zona de salida nos reunimos los componentes de la 1a ronda, y uno de los jueces hizo un repaso a las normas de la carrera y características del recorrido. La salida de natación se hacía desde dentro del agua, y unos minutos antes de las 12h el primer grupo de participantes nos zambullimos. Estaba fresca, unos 20 grados, por lo que la mitad del grupo apostó por no usar neopreno. Yo preferí utilizarlo.
El juez dio la salida y empezamos a nadar en grupo hacia la primera boya. Comencé relajado y animado, centrándome en llevar mi ritmo para no perder más energía de la necesaria. Al poco rato noté que no estaba cómodo, me costaba respirar más de lo habitual y supe que no iba a ser fácil completar los 1500m. Teníamos que dar dos vueltas al circuito de boyas marcado, sin tener que salir del agua. A pesar de lo incómodo que nadaba, al respirar, fugazmente y de reojo, podía ver como había gente animando en los distinto muelles de la marina y en los balcones del precioso Yas Hotel, lo que ayudaba a sentirme complacido a pesar de mis problemas. Llegó el final de la primera vuelta, y siguiendo a los nadadores que me precedían giré en una boya, que para mi pesar no era la correcta, y unos segundos después un juez en kayak me indicó que debía retroceder hasta la boya apropiada. Resignado giré rumbo y nadé hasta el punto obligado. Calculo que este fallo me costó unos 3 o 4 minutos. A partir de ese momento, decepcionado por el error cometido me relajé y empecé a nadar mejor. Durante bastantes metros nadé al lado de otro participante, y cuando faltaban unos 300m aumenté un poco mi intensidad y conseguí dejarlo atrás.
Por fin salía del agua, que para mí es la peor parte, y sentía los aplausos y voces del público que allí estaba. Mientras corría hacía la zona transición, me quité gafas, gorro y bajé la cremallera del neopreno. Estaba ya llegando al pit lane, y justo cuando iba a divisar la zona de bicicletas escuché que alguien decía «ánimo tío, que tú puedes…venga, ánimo» (o algo parecido). Sorprendido porque me animasen a mí, pues era en castellano, me giré y pude ver como era Pedro quien me dedicaba esas palabras. Me llenó de alegría. Allí estaba yo, sólo y sin conocer a nadie, y el bueno de Pedro a quien había saludado hacía menos de 1 hora, deportista reconocido mundialmente, estaba animándome a mí. Fue un instante especial, fantástico. Tan rápido como pude me quité el neopreno, me coloqué casco, gafas, dorsal y zapatillas y corrí hacia la salida del pit lane para iniciar los 40 km en bici. En ese momento me di cuenta que mi crono estaba a cero. Creía haberlo puesto en marcha al iniciar la prueba, pero debía haber pulsado mal el botón “start”. No tenía ni idea de qué tiempo llevaba.
Al igual que los coches de F1 nuestro acceso al trazado principal se hacía por el túnel, curva cerrada de izquierdas, que pasa por debajo de la recta de meta. Los coches lo hacen en pocos segundos, los ciclistas necesitamos algunos más, pues tras la curva había un pendiente a tener en cuenta que obligaba a subir de piñón. Ya en el circuito, empezaba lo más deseado para mí, 7 vueltas al trazado que había disfrutado en televisión y que contaba ya con puntos espectaculares para los amantes de la F1. Largas rectas, curvas increíbles que parecen imposibles, y otros puntos que jamás pensé que recorrería y disfrutaría. El asfalto, era perfecto y ayudaba a llevar un buen ritmo de pedaleo. Aunque concentrado en dar lo máximo que mis piernas permitían, disfruté contemplando las gradas del circuito, las escapatorias con su color azul eléctrico, la marina, y especialmente los metros de recorrido que pasan al lado y por debajo del espectacular Yas Hotel, símbolo del circuito.
Fueron unos minutos fantásticos, los más divertidos de la prueba. En todas las curvas la organización había colocado vigilante. En varios puntos estratégicos los fotógrafos captaban las mejores imágenes. Y un vehículo con cámaras de vídeo seguía la prueba dentro del propio trazado. Sólo faltaban las miles de personas que en otro evento hubiesen llenado las gradas, pero tampoco eran imprescindibles, pues estar allí corriendo ya era un lujo. En la recta más larga había un puesto de aguas, y en la recta de meta, donde sí habían algunos centenares de público en la tribuna principal, había colocada la moqueta detectora del chip en la misma línea de meta. Fue un auténtico placer, y sólo sufrí al iniciar la sexta vuelta, tras el punto de máxima pendiente del circuito, cuando tuve un inicio de calambre en la pierna izquierda que conseguí superar estirando unos segundos la pierna sobre el miso pedal. Finalizada la séptima vuelta y accediendo por la salida a boxes llegué de nuevo a la zona de transición. Me bajé, corrí hacia mi zona, colgué bici y casco, me calcé mi Asics y con muchas ganas me encaminé hacia los últimos 10 km. (En el segundo sector tuve una velocidad media de 30,2 km/h y una punta de 43,7 km/h. Posiblemente no sean unos grandes registros, pero teniendo en cuenta mi nivel y las características del trazado, para mí no estaba mal).
Ya faltaba poco y eso me animaba. Debía dar 2 vueltas a un circuito de asfalto de 5 kms. Creía que estaba en condiciones para hacer un tiempo digno en ese último tercio, pero estaba equivocado. Tras los 2 primeros kms volví a sentirme especialmente cansado a nivel respiratorio, y la calidad de mis zancadas fue empeorando. Eso me supo mal, porque era consciente de que la decente actuación de los 40 km anteriores estaba siendo anulada en esos últimos kms. Primera vuelta conseguida, debía apretar, ya sólo me quedaban 5 km, y a pesar del calor que hacía (14.30h, sol radiante y unos 25º) tenía que sacar fuerzas de flaqueza. Pero no, mi ritmo iba perdiendo intensidad con cada km, lo que acepté con resignación, y valorando que lo importante era terminar y más siendo consciente de que todavía soy un triatleta que debe mejorar muchísimo. Al acercarme al final de la prueba, y paralelamente del malestar físico, conseguí acelerar un poco y hacer el último km con mejor cara y paso más ligero. Quería hacer los metros finales, donde sí había público, ofreciendo una imagen mínimamente positiva, y creo que lo conseguí. Llegué a meta. Objetivo conseguido! Una azafata de me colocó la medalla de finisher y otra me entregó la camiseta oficial. Ya volvía a sentirme satisfecho y, aunque un poco entristecido por como había corrido, feliz por haber finalizado mi 3er triatlón.
Unas horas más tarde la organización colgó los tiempos finales. Iba a descubrir el mío, y sabía que no iban a ser las 2h50min que deseaba hacer como máximo. El campeón de la prueba fue el canadiense, y ironman profesional, Jasper Blake con 1:59:04, y la campeona la australiana Connie Bouverot con 2:25:23. Mi crono 3:06:19, por lo tanto peor que las 2h55min de la Garmin Barcelona. A priori tenía una sensación agridulce, contento por haber acabado y triste por no conseguir la marca deseada. Posteriormente uno se relaja y desea ver el lado positivo de todo, que en mi caso se resumía en: Haber acabado una olímpica real (la Garmin tuvo 33 km en bici), haber mejorado mi tiempo en las 2 transiciones respecto a Barcelona, haber mejorado mi parcial en ciclismo (1h 17min), haber quedado el 171 de un total de 268 participantes, y sobretodo creer que en la próxima lo haré mejor.
Me gustaría destacar el gran trabajo que realizó la organización de Yas Marina, y el cordial y cálido trato que me brindó uno de sus responsables, Rami Salman. Para quien le pueda interesar informo que la inscripción me costó unos 75 € y con ello he tenido derecho a participar en la prueba, el race-pack habitual, cena de bienvenida la noche antes, una barbacoa en el circuito tras acabar la prueba, y un precio especial en un fantástico hotel 4 estrellas sito al lado del circuito.
Regreso a casa satisfecho por la aventura experimentada, que ha sido muy enriquecedora, tanto deportiva como turísticamente, y con una nueva triatlón en mi curriculum… Ahora habrá que empezar a imaginarse un nuevo reto. Por supuesto, animo a todos los triatletas a empezar la temporada 2012 con la segunda edición de la TRI YAS. A mí me encantaría repetir!
Sergi Balastegui Marín.
C.E.T. Distance
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