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Cursa Vila de Sant Boi 2012

Gemma

Gemma es redactora, bueno, coordinadora de redacción, trabaja conmigo en InOut y parece que es deportista. Según dice ha jugado mucho años a basket. Creo que lo dejó hace algo así como un año. Aún así me da que debe estar aún en forma. Es de Sant Boi. Me dice que hay una cursa en su pueblo, que si me apunto.

Me acuerdo de la cursa de Sant Boi: la corrí el año pasado, sin dorsal, y también me apunté hace dos, aunque entonces, por circunstancias, no fui.

La prota del día: Gemma
Su primera prueba runera en edad adulta, 
esperamos que no se quede en una mera anécdota


Mi edición de hace dos años

Me apunto con Iñaki. Era una de nuestras primeras carreras. Convenzo a Anna para que se apunte. Creo que Diana también se apunta, aunque de esto último no tengo absoluta certeza.

La noche de antes es la cena despedida de Caro, mi compañera polaca de trabajo en Pietro Baldini. La han echado, la crisis,  que no perdona, y el jefe, que es un bastardo, tampoco. Es un amor Caro, y muy guapa. Tiene fijación con lo latino. Creo que tuvo un novio colombiano y no le fue bien. Ya se sabe como son los hombres colombianos. Bueno, yo al menos sí lo sé: son mujeriegos. Ellas dicen que son muy perros, y a Caro la perrearon, pero parece que el palo gusta, o engancha, y ella quedó prendada de Sudamérica. Ahora marcha a una ONG, en Centroamérica esta vez. Celebra una fiesta de despedida, en su piso. La noche promete, tanto que, al poco, se hacen las 4 am. y la carrera empieza en no más de 4 horas. Decido que no iré. Dejo colgados a Yago y a Anna. Por Yago no importa tanto. Él hubiera ido aún sin mi. Pero Anna creo que venía exclusivamente por mi insistencia. Así pues hasta aquí mi participación de hace dos años. Eso sí, me lo pasé genial, en la fiesta claro. Y de Caro no he vuelto a saber. Al final parece que no éramos tan amigos.

Mi edición del año pasado

Salgo de una lesión. Corro, sufro y acabo en 47:20, un tiempo bastante discreto, y además sufriendo. La inactividad pasa factura. Entonces empecé a saberlo. El entreno es la clave. La inactividad, por corta que sea, te hace retroceder. Y de que manera!

La edición de 2012

Me apunto con Gemma…

Nos apuntamos con Gemma. Gemma, que no yo, pensaba que la inscripción era gratuita, pero ya nada es gratis, aunque 10€ se pueden asumir, y si no es así yo la invito. Al final decide inscribirse, más por que fue idea suya que por las ganas tras descubrir que la organización de una cursa requiere de compensar económicamente a los ‘voluntarios’.

Anna y los Xavis también se apuntan…

Anna se apunta. Los Xavi’s se apuntan. Ellos ya van lanzados. No hace ni dos meses que corren y ya están totalmente atrapados. En mi caso el proceso fue más lento. Aunque también es cierto que ellos han tenido una mejor acogida: amigos, entrenos organizados, etc.

Dianna se apunta…

Anna convence a Diana para que corra. La inscripción se cierra el domingo anterior a medianoche y Diana se resiste hasta dos horas antes del cierre de inscripciones, pero al final accede y conseguiros rescatar a Diana del pozo del sedentarismo, ni que sea por una semana.

Entrenando…

Ahora toca entrenar. Los Xavi’s, Anna y yo vamos bien, pero las nuevas – Gemam y Diana – seguro tienen las piernas entumecidas. Habrá que desentumecerlas. Creo un grupo de whatsup para coordinar los entrenos. Un desastre! No conseguimos concretar ni uno solo. Por suerte las chicas deciden entrenar por su cuenta para no sufrir demasiado el día de la carrera.

Una cursa dura…

Recuerdo que tiene un tramo duro. Pero ¿qué cursa no lo tiene? Seguro que no es para tanto. Aún así advierto a la gente de la dureza del k8. En realidad es el k9 pero empieza cuando uno ve el cartel de k8, es decir, superado los 8k.

Esta vez contamos con afición…

Vendrán Laura, Milenne y Ángela. Además, tras la carrera, se apuntará Yolanda a las tapas. Presiento que va a ser un día genial: sol, ambiente y tapas.

Mis entrenos de durante al semana

Miércoles: entreno con RunnersWorld…

El miércoles corro 17k y me resiento de mis dos lesiones: la de la rodilla izquierda y la de la ingle derecha.

Viernes: test de Gavela fallido…

El viernes intento el test de Gavela sobre 3h20 en la maratón y no lo consigo. Además, mis lesiones persisten. Empiezo a estar preocupado, es probable que deba retirarme por lesión y no consiga completarla. Aún así mi participación en la maratón no peligra: aún me restan dos bazas para estar en condiciones para el gran día. La primera es que las molestias remiten al cabo de unos 8k, y la segunda: un milagro de Koen, el fisio, aunque confío más en la primera que en esta última. Me da la sensación de que se trata de un pinzamiento en un nervio más que de un tema muscular, pero eso no lo sabré hasta que no me vea Koen.

Anna también hace el test, ella sobre 4h14. Lo consigue.

Día de la carrera

No veo a Gemma…

Anna me recoge en casa. Llegamos con tiempo pero apenas estiro. La carrera está a punto de empezar y aún no he visto a Gemma. Qué desastre!. A falta de nada la veo y la saludo, le presento al resto de  la gente y nos dirigimos a la salida.

Primeros compases…

Se da la salida. Salgo cojo. Me cago en la p… cien veces. Voy super cojo. Suerte que la salida es en bajada. Cae el primer km. y, aún yendo cojo, consigo bajar de los 4:30. El k2 también es en bajada. Tiempazo!. Más próximo a los 4:00 que a los 4:30. Sigo cojo. Me cago en la p…, una y otra vez.

Debo centrarme…

Voy descompensado pero debo centrarme. La lesión está ahí y ahí seguirá, al menos un tiempo. Debo centrarme en lo que sé y en lo que puedo hacer: sé que estoy lesionado y sé que el dolor remite con el paso de los kms., sé también que la cursa empieza en bajada. y eso, que a priori podría parecer bueno, resulta, al final, ser un arma de doble filo: la bajada ayuda a coger el ritmo pero no así en el estilo, en la técnica, a compensar lo que la lesión y el dolor descompensan. No importa, la idea es no correr por encima de los 4:30, aunque sea cojo, descompensado, con dolor y en bajada. No importa, hay que centrarse en lo que uno puede hacer y olvidar lo que no está al alcance. Sé que debo correr compensado. Pongo atención en la simetría en la pisada, en la zancada, en que el esfuerzo sea el mismo con una y otra pierna. Consigo cierta serenidad. El hecho de poder y estar incidiendo en el resultado de las cosas me da seguridad. Me tranquilizo y sigo corriendo.

Las sensaciones se demoran…

Cae el k3. La carrera aún baja. El dolor no desaparece. 

Llego al k4. La carrera no está siendo demasiado dolorosa. De todos modos siento que llevo un ritmo un tanto rápido.

Me siento como el niño que aprende a caminar y aún no domina su cuerpo: cree avanzar pero no dispone de certezas, no sabe si va lento o rápido, si llegará más o menos lejos, no es consciente de sus capacidades ni sabe si mantendrá el equilibrio todo el tiempo mientras dure el trayecto.

Así es como me siento: intentando hacer bien las cosas pero sin certezas sobre cómo están yendo las cosas.

Un ritmo excesivo…

Sé que no debería mantener un ritmo tan exigente, que no me interesa para la maratón de la semana próxima. Aunque también pienso que un sofre-esfuerzo tan cortito, de 10k, tampoco debería perjudicarme en exceso.

En el k6 voy ahogado y ¡ya estamos en las de siempre!: el ritmo no lo impongo yo, mi mente, sino mi cuerpo, que sale como quiere, coge un ritmo que apenas puede soportar, y ahí se queda, en un ritmo para nada holgado, muy al límite de lo soportable.

Control de daños…

Una vez pasado el meridiano mi computadora mental ya ha hecho todos los cálculos. Son los de  cada vez. Me dice:  

has corrido mucho, tal vez demasiado, no vas bien, difícilmente podrás aguantar este ritmo hasta el final, pero ahora, que ya has superado el meridiano, debes hacer lo posible por resistir, vayas más o menos ahogado, debes aguantar.

Primera reflexión: no te defraudes…

Los 4k siguientes no pueden defraudar a los 6k que les precedieron. Es así de simple. Ahora toca solidarizarse con la primera mitad de la carrera. Voy al límite y no paran los sube-baja -toboganes, rompe-piernas, hay tantos sinónimos…-. No recordaba que la subidas fueran tan largas. Voy fatal pero debo resistir. Estoy sufriendo lo indecible pero mi yo no me permite bajar el ritmo. Pienso incluso en detenerme. Aún quedan 3k y voy fundido.

Segunda reflexión: fracasa pero dame un poquito más…

Ahora es cuando llega la segunda reflexión: mi yo me dice que de acuerdo, que si quiero parar, que puedo hacerlo, pero no ahora, de repente, justo cuando me ha venido la flojera. Me dice: 

quedan tres y vas a aguantar un poco más y lo harás para dignificar la carrera que estás haciendo, así pues, si quieres, paras en el k8, pero nada de hacerlo ahora en el k7, porque aunque sea ahora cuando el cuerpo te pide una tregua, sabes perfectamente que aquí no está tu límite, que puedes resistir unos metros más y yo -habla mi yo- decido -me dice a mi- que será 1k lo que puedes resistir, así que relájate, pierde un par de segundos por km. y llega al k8.

k8: mi yo vuelve a proponer…

Llego al k8 y no paro. Ya sólo quedan 2, voy ahogado, muerto, fundido, pero no voy a parar.

Te presento una alternativa, me dice mi yo. La cosa es: nada de parar, en todo caso, si quieres, puedes aflojar 5 o 10 segundos por km., para reducir ligeramente esa sensación de que estás al borde del colapso.

Pero no puedo disminuir el ritmo, estaría defraudando a todo el esfuerzo realizado en los km. anteriores. Como mucho afloja en las subidas y recupera el aliento en las bajadas. Así lo hago pero la sensaciones no mejoran. El k8 me parte en dos.

k9…

Pero tras el 8 siempre viene el 9 y está vez no será diferente. Llega el k9 y estoy desesperado. 

Piensa que el estadio es plano. Pero también sabes que antes del estadio hay un repecho. Lo sabes porque lo has hecho de bajada a la salida.

Ya veo el repecho, y es el último, pero está demasiado lejos y la pista también será dura. Es una vuelta completa, nada de llegar y al poco el arco de meta, toca dar una vuelta completa y estás muy perjudicado.

LLego…

A falta de 50 metros para llegar a estadio veo a Ángela, a Milenne y a Laura, andan fuera del estadio, por ahí, deambulando, sin saber demasiado a donde van, y yo no tengo aliento siquiera para alertarlas. Pero quiero esa foto. Me sale el nombre de Ángela. Lo grito y ya entonces sí vacío lo poco que me queda. Se gira. Me hacen al foto. Llego al estadio. Queda una vuelta, son 400 m., como en los entrenos de los miércoles. Será durísima, estoy petado pero debo dejar el resto, sacar de donde no hay. Consigo fuerzas para sprintar en la recta de meta y alcanzar algo que es sagrado: el último km. debe ser el mejor de todos. Lo consigo. He sufrido como un perro pero he tenido el valor para no defraudar una salida que, aún repleta de inconvenientes, fue ejemplar. Consigo detener el crono en 43:30, mi cuarta mejor marca en un 10k. Gritaría yeah! pero no puedo, no me alcanza el aliento.

Manel, majestuoso, a puertas del estadio, 
afrontando, con ‘aparente’ entereza,  los últimos compases de la prueba…
…uno de los Calatraba le va a la zaga

Llegan…

Los runners, menos Gemma, al completo.
…parece ser que Gemma estaba atendiendo a los medios locales

Al poco llegan Anna y los Xavis, tras ellos Diana y Albert y, por último, Gemma. Está super contenta. No sé si había participado antes en alguna otra carrera pero ésta la ha henchido de satisfacción.

Ángela está encantada con el ambiente y Milenne y Laura con el precioso día de sol.

Luego vendrán las tapas y con ellas Yolanda.

El día acabaría con sesión de cine.

Las marcas…

Los tiempos fueron:

Un día magnífico…

 
De izquierda a derecha: Yolanda, Laura, Gemma y Milenne, 
en una terracita, tapeando y disfrutando del sol ya de primavera

Todos los días de carrera lo son. No sé cual es el secreto: tal vez sea que el esfuerzo recompensa, o que el sufrimiento amplifica y reverbera las sensaciones de todo lo que viene después. Sólo sé que correr es sinónimo de vivir intensamente y que esa sensación me gusta, una sensación absolutamente contrapuesta al resto, en que uno vive imbuido, hacia adentro, ajeno a todo, casi alienado y con la cabeza prácticamente disociada de cuerpo y entorno. Correr es parar, romper con lo gris y vivir los colores. Ojalá supiera proyectarme al resto desde la claridad del correr. 

Gracias Laura, gracias Milenne y gracias Ángela, a vosotras por madrugar y por darme ese último kilómetro, y gracias Anna y Xavi’s por todo lo que no es correr, por el antes y por el después, y gracias Diana y Gemma por poner la nota distinta, esa nota de color que hará de este domingo un día especial, distinto, un día genial.