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La Mitja de Terrassa

«La Mitja de Terrassa» o «lo que hay que hacer por un bocata de butifarra»

Soy la única sedentaria inscrita, los otros se saldrán del plan de entrenos el próximo domingo, para participar en Granollers, carrera de más prestigio.

El google maps ha sido de lo más útil permitiéndome llegar a destino en un tiempo récord. También ha ayudado el alto monumento en la Plaça de la Dona. Me veo matando el tiempo tomando un café en un bar.


Mis visiones se desvanecen cuando empiezo a dar vueltas buscando una plaza legal donde aparcar el coche. Un señor muy amable de la organización me había indicado que allí podría encontrar porque era una zona industrial. Lo que seguramente no sabía es que está llena de vados. Arriba y abajo, derecha izquierda, por aquí ya he pasado, esto está cortado… hago los 21 kms y finalmente lo dejo algo más alejado. Adiós café, y… adiós sol, que definitivamente ha quedado oculto tras las nubes.


Cojo la bolsa y me dirijo hacia la salida. Parece que todo está bien organizado. Hay voluntarios y organizadores para llenar un tren. En cuanto a cabinas WC hay pocas pero apenas veo cola, así que aprovecho. Claramente hace más frío que en Barcelona, así que camino de la escuela, donde está el “guardabosses” decido correr con dos camisetas y guantes. En la cola, que va avanzando a buen ritmo gracias a unos entusiastas voluntarios, termino de prepararme… y pasa lo que no tenía que pasar: se rompe la pinza de la funda del iPod. Mejor que haya sido antes de entregar la bolsa y no a mitad de carrera, pero 21 kms en silencio, o peor aún, oyendo mi respiración (y desesperación), se me pueden hacer especialmente largos. Bueno, no hay otra, a ver qué tal.
Tras los estiramientos, a la salida. Ya todos los corredores van para allá, la mayoría tras haber calentado un buen rato. Quedan unos minutos para que sean las 10:00. Termino de pensar a qué ritmo quiero ir. No se trata de conseguir MMP, pero debo ir más rapidito que en el entrenamiento reglamentario para compensar los 5 km que me como por el morro.

Disparo de salida. Al rato empezamos a movernos los que estamos por estas latitudes. Pasamos línea de salida. Luego trotamos, vamos a 5:30 y… y… ¡oh, sorpresa! pasamos a 6:10. No lo entiendo, no había visto nunca este desacelerón al cabo de 200 m aprox… venga, venga, objetivo 5:20. Hay que salir de aquí en medio como sea… casi tropiezo al zigzaguear para pasar a corredores más lentos (paréntesis para pedir a organizadores de carreras populares que dividan participantes en cajones). Ritmo clavado en el km 2 (paréntesis para decir que los puntos kilométricos estaban muy bien situados), que paso a 10:39.


Mantengo el ritmo. Llega el primer avituallamiento. Agua, a derecha e izquierda. Cojo un botellín y empiezo a beber cuando ya no se ven por el suelo los que otros corredores han tirado. No hay papeleras, así que de sorbo en sorbo casi lo acabo. ¡Cómo me voy a acordar de esto! El agua va oscilando dentro de mi barriga y es una sensación que no me gusta nada. Reyes, intenta acordarte el día D. Pareces una principiante. Paso los siguientes 45 minutos con complejo de camión cisterna. En el segundo y tercer avituallamientos ley seca.


Y a falta de música, ¿qué hago? Disfrutar de la ciudad de Terrassa, que visito por primera vez (para quien no haya estado, es como una suave montaña rusa: en la que vas corriendo a lo loco en las bajadas para recuperar los segundos perdidos en las subidas y falsos llanos); difícil hacer marca. Convalido toboganes por distancia. No sé qué pensará Helena.
¿Qué más puedo hacer? Fijarme en el público, presente en mayor o menor número, a lo largo de todo el recorrido, eso sí, más como espectadores que como animadores, pero se agradece igualmente, sobre todo cuando leen el nombre del dorsal durante el último tramo. ¿Qué más? Vigilar que el coche esté donde lo he dejado hace dos horas (llegando al km 13). Valorar los controles de chip: buenos, sólo en un punto me ha faltado, pero mejor que en otras carreras.


Sí, 21 dan para mucho, así que tengo tiempo para escribir la crónica, a la que bautizo de una docena de maneras según mi atención está en una u otra cosa.
El ritmo medio no es malo, adelantando más que siendo rebasada, así que doy lo último que me queda para superar los últimos kilómetros.


Tiempo final: 1:48:38. Objetivo superado. Y ahora… a recoger la bolsa y ¡el bocata de buti!


Reyes

p.s. Cabían dos trozos de butifarra en cada panecillo