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Maratón de Barcelona 2014

Duermo unas siete horas, lo cual no está nada mal, pero con interrupciones. Fiel a mis pesadillas próximas a la realidad me despierto en sudor una primera vez tras darme cuenta de que estoy en el momento correcto pero en el lugar equivocado: Vitoria (ciudad que no conozco y que en la pesadilla tenía asombroso parecido con Granollers); y una segunda vez porque estaba en el lugar correcto pero momento equivocado: me había fallado la alarma y amanecía pasadas las 8:30, hora de la salida). Pues eso, cuando a la tercera me despierto y me quedo tranquila de que estoy donde tengo que estar, desayuno.
Dejo pasar algo de tiempo y por fin me preparo. Como vamos a tener un día de finales de primavera en lugar de finales de invierno (el termómetro marca 14ºC a las 7 de la mañana y no hay nubes) me pongo crema solar. No ha habido señal divina así que me toca escoger zapatillas: las más nuevas (ya tienen meses) aunque estén indicadas para temperaturas bajas y lluvia. Y por fin se descubre la gran incógnita: dejo la música en casa.
En el vagón del metro hay muchos corredores, casi todos franceses que se dirigen a mí… en francés, ¿será por mis andares a lo Sophie Marceau? El ambiente es buenísimo. Me encanta.
A medida que nos acercamos a la estación de Pl. Espanya el vagón se llena de más y más corredores y acompañantes. Salimos. La calle está abarrotada de gente en pantalón corto y zapatillas. Me preparo antes de entregar la bolsa en el guardarropa: me pongo las medias, me quito la chaqueta y coloco los geles en el cinturón. En el pabellón todo está bien organizado, claro y ágil. Voy hacia la fuente y a primera vista nadie de ProRunners, así que no me demoro y tras mirada rápida a las diversas opciones me pongo a la cola de unos pipidromos (¿qué le costaría a la organización ubicar 30 cabinas más?). Estiro en la cola porque avanzamos tan lentamente que no tendré tiempo de hacerlo después. Pasan los minutos y empezamos a desesperarnos, al menos yo. Dan la salida y yo aún estoy en la cola. Tranquila, el año pasado transcurrieron unos 14 minutos entre la salida y tu paso por la alfombra roja (lo he mirado esta semana en internet). Visita hecha en un pim-pam. Voy corriendo a mi cajón pero no puedo entrar porque está a petar. A medida que avanzan podemos entrar y los del siguiente cajón quedan parados por unas vallas. Menos mal. Consigo adelantar unos metros y por fin, ¡nos ponemos en marcha!
Enseguida se ve que, una vez más, los corredores no están donde les corresponde: alguno tendrá un mal día, pero muchos llevan dorsal de color rosa (o lila), del último cajón, y otros dijeron qué tiempo les gustaría hacer y no qué tiempo creían que iban a hacer. Punto a mejorar por parte de la organización.
Tras el primer kilómetro, que es de calentamiento, debería ir constante a 5:20 y en cambio voy zigzagueando y corriendo a trompicones, lo cual no es nada divertido, eficiente, ni saludable, pero no tengo otra.

El paso por el km 4
Salvador e Iñaki

En el km 4 están Iñaki y Salvador, me da alegría verlos. Unos metros más allá, en Numancia-Travessera está Manuel. Otro subidón. Saludo, hace fotos. Me pongo a ritmo pero la subida del Camp Nou cuesta, llevo retraso que no consigo recuperar. Una vez más pienso que correr por la Diagonal es simplemente un gustazo. Voy por la derecha porque así hemos quedado, sin embargo no veo a Manuel en los puntos 2 y 3. Aprieto un poco ahora que puedo (recuerdo y repito táctica Manel, con cabeza). Antes del 11 se unen Salvador e Iñaki, el primero me acompaña 100 metros, el segundo tres kilómetros.

Con el Presi

Me dice que las liebres de 4 horas (por cierto, todas juntas, fenomenal idea…) van un par de minutos delante de nosotros, yo no las veo. Servirá para que me localice después. En Gran Via no está Joan, que hace tirada de 30. Ha debido de empezar a correr ya. Antes del km 14 hemos recuperado lo que había perdido los primeros 4. Genial. Subiendo por Pg. de Gràcia tomo el primer gel, el pastoso. Como hace calor está algo más líquido. Bien. En el km 15 el Garmin me sigue dando 200 metros más, como hace ya bastante rato.

En Rosselló me saluda Ying Min, no la había visto.
Pasando por Sagrada Familia
En km. 16.5 están Xavito y Anna. Es entretenido y motivador ir pensando dónde tienes a gente esperando, igual que cruzar cada control, porque sé que en casa están pendientes a través de la web.
Cojo líquido en cada uno de los avituallamientos, de momento agua. La Meridiana se estrecha, pero puedo ir pasando gente (llevo todo el recorrido recuperando posiciones, más demérito y engaños de los otros que mérito propio). Recuerdo el paso por esta avenida hace un año cuando nos vimos todos los sedentaris que participábamos, unos de subida y otros ya de bajada. El paso por el medio maratón es en 1:52, unos 5 minutos menos que en el 2013.
Al ir sin música estoy más atenta a lo que sucede alrededor y también a cómo me siento yo. Muy cómoda, por cierto. Gracias, Micky, por hacerme pensar en esto.
El sol ya está alto, vamos por avenidas muy anchas y ahora sí se nota calor de verdad.
Ha acudido público en masa. El día invita a ello.

Contenta subiendo la Diagonal

El tramo del 23 al 26, más exactamente hasta que se vuelve a unir Iñaki, ahora con la verde, me resulta el más feíto. Donde es posible, muchos corredores buscan la sombra, yo voy al sol, que estoy más ancha.
La Diagonal está que no cabe un alfiler. Pasamos a Ángel. Vaya, esto sí que no tocaba. Giramos y dentro de poco se nos sumará Xavito. Vamos pidiendo paso porque el público invade el trazado y dificulta la marcha. Iba a tomar el segundo gel antes del avituallamiento del 30, pero resulta que lo anuncian antes del 29 (nunca aprenderé esto de memoria), así que lo saco rápido. Lo rasgo y… ¡sí! se repite la experiencia, se me queda a medio abrir, como el día que lo probé. Gracias a mi liebre, mucho más mañosa, esta vez no hay desesperación. Y ahí está, 50 metros después del km 30, otra camiseta verde. Se ocupan del «catering», yo solo tengo que correr. Esto es un lujo. Me echo un poco de agua por la cara y las muñecas, siguiendo sus consejos.
Al paso por Prorunners con mis liebres
En Pg. Taulat empieza a cargarse el cuádriceps de la pierna derecha, no es preocupante de momento.
Pasamos por la tienda. Hay un bonito grupo de compis, unos que correrán en Roma dentro de una semana y otros que prefieren quedarse en distancias más decentes. Ahora empieza la carrera de 10. En el siguiente avituallamiento paro para beber el vaso entero de isotónica. El año que viene, si repito, y hace calor, y cojo isotónica, intentaré recordar que lo tengo que beber mientras camino por la subidita en lugar de parar aquí.
Mis liebres tienen que bajar ritmo porque no las sigo. Llegando al Port Olímpic nos ve Karim y lo saludamos. Este año no se ha inscrito.
El sufrimiento en Arc de Trionf
Subimos Marina, que se me atraganta un poco. Noto que he descargado poco los brazos cuando tengo problemas al intentar abrir las manos. Es una sensación nueva. El garmin ya da 400 metros más.
En Arc de Triomf Iñaki nos deja, vuelve a casa. Le pido a Xavito que me acompañe hasta el final. La idea inicial era que hiciera 7-8 kms. Paramos en la sombra y estiro cuádriceps. Pierdo bastantes segundos, pero mejor evitar males mayores. Tomo el tercer gel. Con el estiramiento me recupero bien pero el efecto dura poco y tengo que parar de nuevo en Via Laietana, donde vuelvo a perder tiempo. Mi liebre me deja con un «em moro». OK. A terminar sola. No pasa nada, lo haré. Me deja algo preocupada. El Paralelo me cuesta, pero menos que a los demás. Estiro una tercera y última vez. Intento apretar el último kilómetro, pero me resulta muy difícil, además por debajo de las medias noto unos calambres contenidos. En los últimos metros está Manuel. No lo veo, pero lo oigo. Saludo, me filma. Por megafonía me animan: tras cinco maratones soy famosa por unos segundos. Cruzo meta feliz. 3:46:48, casi ocho minutos menos que el año pasado.
Meta!!!
Medalla, isotónica, frutos secos, plátano, naranja. Cojo de todo. Estiro un poco. Para hacerlo más cómodamente voy hacia el guardarropa. Mi alzheimer me impide recordar dónde he dejado la bolsa hace cinco horas y me dirijo adonde la dejé hace un año. He de subir unas escaleras y… ¡aaaauuuuu! me tengo que tirar al suelo porque en el segundo escalón me coge un calambre de 8 grados en la escala de Richter. Sé lo que tengo que hacer, pero no lo consigo. Grito y un chico se acerca y me ayuda. Se pasa enseguida. Me incorporo y puedo caminar con normalidad. Voy hacia donde creo que está el guardarropa, porque a todo esto aún no me he dado cuenta del error. Tras un par de vueltas la sangre deja de estar solo en las piernas y me llega al cerebro. Recojo la bolsa y llamo a Xavito para ver si está bien.
Leo los whats. Gracias a todos por vuestros mensajes. Ha sido muy especial.
Tomamos una cerveza en una terraza con Anna, Xavito & Co.

Finisher con Xavito

De vuelta a casa unos bomberos me preguntan cómo ha ido… debería haberles preguntado si ellos corren. En casa se ha estropeado el ascensor y subo a pata. Por la tarde miro los resultados en la web: Hasna ha quedado tercera. Felicidades.

Sin duda el que he llegado en peores condiciones, el calor no ha ayudado, pero he llegado bien, siempre corriendo y siempre con «adelantos netos». No he podido hacer los últimos 10 a mejor ritmo que los 32 anteriores, esto pocos lo habrán hecho hoy. Aunque el primero quizá sea el más especial, creo que de este guardaré más recuerdos porque he sido más consciente. Objetivo doblemente conseguido.

Reyes
El equipo de sedentarios