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Maratón de Barcelona by Reyes

La historia empieza hace más de diez meses, el 6 de mayo. En Ginebra. Corro mi tercer maratón en un inesperado tiempo de 4:00:33 (objetivo eran 4:05- 4:10, por el perfil del recorrido). Y claro, pese a que fue bien, esos 33 segundos duelen. Así que en cuanto terminé me dije «maja, sub4 a los super40».

Tranquilos, que no voy a enrollarme con suertes y desdichas de todo este tiempo.

Sábado, preparando las cosas para el maratón de mañana. Menos nervios, pero algo preocupada por si la molestia del tobillo decide estropearme el día. Ya me he puesto la bolsa de guisantes un par de veces, y de aquí a que me acueste lo haré un par de veces más.

Escojo la ropa. Ya tenemos la previsión del tiempo y parece que va a haber muy buenas condiciones. Cojo la camiseta más vieja pero una de mis preferidas. Pantalones… pirata o cortos… esta mañana con Micky hemos quedado que mejor cortos. Sí, sin duda. En Barcelona te asas. Lo dejo todo sobre la mesa y le saco una foto que envío a Manuel para que mañana busquen a Wally. 
Los sedentaris seguimos intercambiando mensajes y fotos.
Sigo horario maratoniano y empiezo a cenar a 19:30. Al sobre a las 22:00, con un libro. Al cabo de seis horas me despierto sin ayuda externa.

Por finnnn, domingo. Por fin, cho-co-la-teee, café con leche y müesli con extra de nueces. No será por falta de energía que no la acabe. Vuelvo a descansar pero hago eso, descansar, no duermo. Decido ponerme en marcha. Este año no hay nervios. Mientras los embadurno de talco líquido, pido perdón a mis pies por lo que estoy a punto de hacerles. Me pongo el disfraz completo de corredora y salgo a la calle. A los 30 metros empieza a llover. ¿Lluvia? ¿Y eso de que el tiempo respetaba a los corredores? Llego a la boca del metro pajarito… Joan está un par de paradas antes y ha cogido el siguiente tren. Quedamos en la estación de Pl. Espanya. Va a ser una liebre de 30 km, ¡menuda liebre!, ¡ya la querrían muchos! Boston le espera en cuatro semanas. Ha dejado de llover y vamos al guardarropía. El voluntario nos cierra el paso porque ya hay que estar vestido (o mejor dicho, desvestido). Así que nos alejamos un poco. Llega Ferran y bajo la lluvia que empieza de nuevo a caer, nos quitamos pantalones y jersey. Dentro va todo muy rápido (hay que reconocer que esto lo hicieron bien, lo mismo para recoger la bolsa).

Bajamos al punto de encuentro, junto a la fuente. Están todos menos Xavi O. Hacemos un par de fotos. Bueno ellos más, pero yo estoy interesada en la cola del pipidromo. Cola lenta donde las haya. Cuando estoy lista ya no están, en el otro lado de la fuente tampoco. Pues nada, otra vez los he perdido. Preparo diez minutos: calentar (trote, skipping, sprints) y estirar (isquios, soleo, cuádriceps, gemelos…). Entro en el cajón que me corresponde e intento ver si los sedentaris pasan por allí. Y… ¡bingo! Los Xavis. Vamos a tomar juntos la salida. Después ellos harán su carrera, yo la mía. Nos movemos despacio y finalmente pisamos la alfombra roja (¿roja?).
Objetivo es 3:59, y la estrategia de carrera muy simple: ritmo constante desde el km 1 a 5:40, y si todo va bien, apretar los últimos cinco kilómetros.
Si no he arriesgado en ninguna carrera, no voy a empezar hoy.
Empiezo encontrándome muy bien, así que relajada. En el km 3 empieza un dolor en el tibial anterior ¡de la pierna derecha! ¡vaya, esto es nuevo! Tía, vas mal. Quedan demasiados kilómetros para aguantarlo. Paso por el primer punto de Numancia, y están Manuel y los niños, con su chubasquero azul. Me animan, y yo feliz. Paso de largo el primer avituallamiento. El dolor desaparece por arte de magia en el 6… para no volver. Es chulo correr por la Diagonal. Sientes un poco que la ciudad es tuya. Conquistas el asfalto, territorio de los coches. Segundo punto en el km 8, se han vuelto unos expertos animadores y aplauden, gritan, vitorean y chocan esos cinco. Yo mantengo ritmo. En el 10,5 todo según plan. La Gran Vía también me transmite una sensación de control sobre Barcelona. Sigo chino-chano. Veo a Raquel y Pili, con una pancarta gigante, aunque no me da tiempo de leer qué dice, imagino que ánimos para Eva. Pienso en mi postura y recuerdo a Karim: baja hombros y codos, y eso hago. Hay mucho público. Giramos Pg. de Gràcia y ahí ya sí la ciudad bulle. ¿Os habéis dado cuenta de que la calle sube? Si aún no, poneos unas zapatillas y probad. Ya que voy más lenta, aprovecho para tomar el primer gel.
En Rosselló no veo a Íñigo… ¿no había dicho que estaría aquí? Raro… se me habrá pasado. Bajo Sardenya medio como una loca, ¿para qué frenarme? Estos segundos pueden hacerme falta más tarde (táctica Manel). Además, esta vez no me da miedo porque hemos hecho cambios de ritmo en los entrenamientos.
Y así llego a la Meridiana… intentando ir por la derecha, encajonada entre tanta gente me achicharro. Eiii, hola, i no saluda…. ??? Ostia, voy en mi mundo y no he visto a los Xavis con Íñigo, y no es como para no verlos. Guay. A mí me parece que van bien. Incluso van charlando. Íñigo lleva la casa a cuestas. No le pregunto qué lleva, aunque esté vacía es un lastre. Pienso que ha perdido una apuesta y esto es lo que le toca. Vamos subiendo Meridiana y nos cruzamos con la avanzadilla sedentaria: Iñaki, Manel, Ferran y Joan, que parece que hayan empezado allí mismo. Pasados poco metros me despido de los tres, ya me pasarán más adelante.
Paso la media por debajo de 1:57; bastante aproximado con el plan de Helena después de los dos seismiles.
El tan exacto sensor de distancia se descuajeringa y en menos de dos kilómetros me da 200 metros de más. No lo entiendo, debo ir con cuidado porque no puedo fiarme mucho del ritmo que marca.
Por la zona del Prim y Diagonal camino de Glorias empiezo a avanzar a más gente. Ya llevamos más de dos horas y empiezan a caer. Intento buscar a la avanzadilla de sedentaris, ya que durante un buen trecho vamos arriba y abajo. Pero nada. Mucho verde, pero ni rastro de ellos. Seguramente ya han pasado… a todo esto, tampoco he visto a los Xavis. Me aburro y tomo otro gel. Pasamos por Diagonal Mar y el trozo que la última vez se me hizo tan pesado. Pues esta vez no. Será que he mejorado la selección musical. Paro para beber un sorbito de isotónica, hasta ahora ha sido sólo agua. Uno de los voluntarios me anima (hay que agradecerles tanta dedicación). Al paso por la tienda veo a Helena y la saludo. No me he fijado si había alguien más. Por el Paseo Marítimo noto sobrecarga en gemelo derecho. Malo. Espero poder llegar hasta el próximo avituallamiento para estirar mientras bebo. Aprovecharé y volveré a coger isotónica porque me ha sabido a poco. Aquí la lluvia molesta algo más, pero con mis pasitos de muñeca de Famosa sigo avanzando. Ya empieza a haber unos cuantos que caminan.
Arc de Triomf está a petar. El público ha invadido el trazado y los corredores que tengo delante no me dejan pasar. Una pareja y yo vamos zigzagueando. Pl. Catalunya igual, Catedral peor si cabe. La plaza es una alfombra de vasos, líquido de dudoso color y lugar de descanso de los corredores que directamente se quedan ahí plantados. En Vía Laietana parece que la situación se despeja. Aprovecho el palo de un semáforo para estirar gemelo, no tengo ningunas ganas de tener rampas llegando a Pl. Espanya; lo he visto muchas veces en otros y me parece triste, triste y duro. En el km 38 tomo el gel «chute». Creo que surte efecto. En Paral·lel intento aumentar ritmo. Creo que debo ir a 5:00; miro la muñeca que marca 5:36… menudo disgusto. Aprieto lo que puedo y me olvido del tiempo. Estar por debajo de 4 horas está conseguido, lo que me ha dicho Manuel imposible, está por ver si el resultado del test es acertado. Yo lo intento.
Últimos 500 metros. Bastante parecido a ser un animalito del zoo. Te sientes observado, vamos unos cuantos pero estamos bastante expuestos. Giro Paral·lel, los niños se acercan pero no se deciden a echar a correr, yo prácticamente no paro y sigo hasta la meta. Y entonces me doy cuenta de que lo he hecho. MMP 3:54:40. Gracias. Una ocasión más el extraño milagro de haberse convertido en una máquina bien engrasada, cuando hace apenas unos días parecía imposible correr 10 km. Será la cabeza, la adrenalina… Me convierto en improvisada fotógrafo de un portugués… mala porque me equivoco de botón y tenemos que repetir la sesión. Voy a por la medalla. Estiro un par de minutos y directamente al punto de encuentro. La bolsa puede esperar. Está Iñaki, que necesita aire fresco, con Eli y Bea. Luego aparecen Will, su madre y la sedentaria más peque. Al cabo del rato vuelven a Castelldefels.
Me encuentro con Jandro, Ferran, los Xavis & co. Manel envía mensaje y vamos a por él antes de que se marche porque faltan abrazos. Salvador envía mensaje confirmando que es finisher.

Ha estado bien. Ha estado muy bien. Sólo han faltado las cervecitas todos juntos, pero eso lo haremos otro día.
Así que me alegro muchísimo de esos 33 segundos que me sobraron, porque no sé cómo habrían ido las cosas.
Reyes
El equipo de sedentarios