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Maraton de Boston por Joan Folque (II)

Una vez en el corral, con puntualidad británica se escucha el disparo de salida y en 9 minutos estoy con Carlos pasando por el cartel de bienvenida a la ciudad con el lema “Hopkinton: todo empieza aquí” en referencia al maratón y encarando una carretera interestatal que circula entre medio de bosques sin signos de población a la vista (pienso que quizás en este tramo inicial no habrá mucha animación, que equivocado estaba…).



Llevamos unos 200 metros, y hasta este momento pensaba que no podía haber nada en el mundo comparable a como se vuelca la gente en el maratón de NY, no es así, el maratón de Boston lo supera con creces, y son todo habitantes de la zona (en NY hay muchísimo turista y familiares de los corredores todo el recorrido), la ciudad de Boston tiene 600.000 habitantes y las autoridades calculan que durante todo el recorrido hay cerca de un millón y medio de personas, espectacular.


Ya a los 800 metros de carrera, un espectador con el volumen de la radio de su ranchera a todo trapo nos deleita con la canción de Rocky, me quedé sorprendido cuando todos los corredores de mi alrededor (y yo, por supuesto) en un radio de unos 500 metros empezaron a corearla al unísono, no os imagináis las sensaciones en ese momento. Todo este bullicio nos acompaño durante todo el recorrido. Antes de llegar al segundo km, como muy bien había predicho, pierdo a Carlos, tengo buenas sensaciones, pero esto es muy largo y lo quiero terminar a la vez que disfrutarlo.

Cerca del km 4 pasamos por una bar de carretera (como los de las pelis americanas) lleno de moteros y tipos con barbas dejadas crecer durante años subidos en los remolques de sus rancheras, muy cargados de cervezas y cantando “sweet caroline” (canción con mucho significado en Boston, sobre todo para los fans de los Red Sox y que luego os contaré) como si fueran quinceañeras, con la consiguiente comparsa de todos los corredores, después de esto viene un punto clave en la carrera, establecido en un ritmo muy cómodo me adelanta Guillermo (mi amigo venezolano) y me anima a ir con él, que lleva previstos tiempos de paso para terminar en 3:55, al principio no lo veo claro, pero tanto insiste que nos convertimos en compañeros de aventuras, rodando juntos sin interrupción hasta el km 19. Durante todo este rato pasamos por los pueblos de Ashland (donde hay un reloj de la torre emblema del maratón) y Framingham (con grandes despliegues de marketing por parte de los patrocinadores oficiales), y cada cm del recorrido está plagado de gente que lleva desgañitándose varias horas y está dispuesta a seguir haciéndolo durante muchas horas mas, como cosas curiosas, los carteles de ánimos, los hay de todo tipo, desde los típicos “go runners” “the runners are coming” “thank you runners” o “el sufrimiento es efímero, la gloria es para siempre”, uno especialmente me llamo la atención cuando lo ley “el hombre que termina el maratón es diferente que el hombre que lo empieza” (quien iba a decir que eso fuera mas realidad que nunca ese año), y otros mas divertidos o irreverentes como “sonríe sino llevas ropa interior” (ante el que todo el mundo sonreía), “nadie dijo que fuera fácil, sino se llamaría como tu madre” o “no estas soñando, es un unicornio” (en referencia al logo de la Boston Athletics association), especial mención a un cartel que cruzaba de lado a lado de la calle en un pequeño pueblo de 4 casas donde se leía “ATAJO!!!” y una flecha que apuntaba hacia la derecha. Como grupo de animación, yo le hubiera dado el premio a una gente de Framingham que durante 100 metros habían puesto camas elásticas y saludaban a los corredores dando brincos sin parar. Poco importa además en este maratón que no lleves tu nombre en la camiseta, durante todo el recorrido recibí gritos como, “el de la camiseta verde se te ve fuerte”, “dorsal 26114 sigue así, sigue corriendo”.


El único tramo sin animación esta en el km15 y es porque se atraviesa uno de los lagos más bonitos que he visto nunca, el lago Cochituate, por cuya belleza merece ser nombrado en esta crónica, recuerdo comentarle a Guillermo en este punto “que privilegio poder correr en un lugar así”.
Llegados al km 16, después de cruzar la ciudad de NATICK, algo no va bien, debo parar al WC, demasiada agua, le digo a Guillermo que me adelanto y que corra por la derecha para ver si con suerte volvemos a coincidir, íbamos a un ritmo muy cómodo, pero debo parar. Al siguiente punto de lavabos portátiles paro y pierdo exactamente 2,15 minutos (que hubiera pasado sin esta parada?), vuelvo al recorrido y decido ir a un ritmo algo mas rápido para intentar alcanzar a Guillermo, después de 2 km lo veo a lo lejos y voy regulando la marcha para acabar volviendo a su lado cerca del km 22.

En este tramo de reenganche paso por uno de los puntos mas característicos del maratón de Boston, el km 20, la zona del Wellesley college. Aquí, durante un km está lleno de estudiantes universitarias gritando de una forma difícil de describir y casi todas con carteles en los que piden a los corredores que las besen “Kiss me, I’m swiss”, “free kisses”, “I only date runners because they have stamina”… En este punto muchos runners pierden algunos segundos y no son precisamente besos en la mejilla.


Del 22 al 25 sigo con Guillermo, ya hace rato que las piernas me dicen que no será fácil, y como el corre con cambios de ritmo en las subidas o las bajadas y yo prefiero mantener un ritmo constante le digo que tire que ya veremos cómo evoluciona la carrera de cada uno, es curioso, hasta el km 32 a ratos va el delante y a ratos le paso yo en función del ritmo que llevamos en cada momento. En el km 28 otra zona bastante emotiva, se encadenan 4 hospitales seguidos de investigación y tratamiento del cáncer y cientos de pacientes y empleados del hospital han bajado a la calle a animar a los corredores, reunidos en grupos con camisetas de colores correspondientes a diferentes fundaciones para las que muchos corredores recaudan fondos corriendo en este maratón, es un ejemplo del tipo mentalidad altruista que hay detrás de este evento.


Otro momento curioso es que sobre el km 27 un espectador con un  megáfono se puso a gritar “RED SOX WINS, RED SOX WINS” y todos los corredores locales se pusieron a aplaudir, no lo había mencionado pero durante el recorrido me encontré hasta con 4 marcadores improvisados informando al pelotón del resultado que los Red Sox estaban teniendo en el partido de ese día contra Tampa Bay, y aunque Boston destaca en todas las disciplinas como basket, futbol americano y hockey hielo, sin duda alguna el deporte estrella es el beisbol.
Llega la parte seria, el km 32, ya hace rato que las rampas en los gemelos me advierten de no hacer tonterías, mi mente se abstrae pensando en cosas positivas, visualizando como será cruzar la línea de meta y sobre todo pensando en el km 35 donde me espera Esther para acompañarme hasta el final. A partir de este punto viene 3 km con 3 subidas rompe piernas para acabar con la cuarta, que es la llamada “heartbreak hill”, y doy fe que ese nombre no es casualidad. Al empezar a encarar en heartbreak hill (sobre el km 34) veo a Guille caminando, le grito que no puede ser, que siga corriendo, pasitos cortos y cuerpo hacia delante y se me pega en la subida.

Cuando estamos a punto de coronar la cima, momento de subidón, veo a Esther y a Claudia que habían decidido venir a acompañarnos un poco antes de donde habíamos quedado, cosa que hace que me olvide de los dolores y las rampas durante unos minutos. Le presento a Guillermo de la forma más formal que puedo, con 35 km en las piernas y sin dejar de correr y nos preparamos para una bajada que será una de las partes mas espectaculares del maratón.

Con Guillermo

Esther uniendose al maratón
Desde la cima del heartbreak hill y hasta aproximadamente el km 35,5 es la zona del Boston college, durante este tramo vuelve a estar plagado de universitarios (muchos mas que en el km 20) gritando de una manera realmente ensordecedora, si en este punto les provocas, y haces un gesto con la mano como de que no les oyes te conviertes momentáneamente es su ídolo, volviéndote a hacer sentir como si fueras el primer clasificado y estuvieras a 50 metros de cruzar la línea de meta, la policía tiene verdaderos problemas para contener a los entusiastas animadores. El ritmo en este tramo es vivo, cerca del los 5:00’/km, pero a pesar de todo es mi 5 maratón y soy consciente que éste momento dulce no es mas que los últimos coletazos de adrenalina antes de darme de bruces con el muro, pero da igual, ya estoy convencido de que acabaré, y para colmo, Esther está a mi lado para llevarme en volandas.

Animando al público del Boston College

Al km 36 vuelvo de golpe a la realidad, ahora va a ser realmente duro, 6 km planos que se harán realmente largos, me despido de Guillermo que va mas fuerte y le deseo suerte, se que ya no lo volveré a coger y yo me dispongo a acabar mi carrera con Esther. Hasta el km 40 es un tramo que paso como puedo, conteniendo las rampas y cogiendo naranjas y agua del público. Al pasar sobre el km 40 ya veo el cartel publicitario de CITGO® a lo lejos, es otro punto emblemático (sale incluso en el mapa del recorrido oficial marcado con un triangulo rojo), a esa altura es donde se gira por la calle Hereford, para posteriormente encarar la calle Boylston que es la recta de meta. 

El cartel de CITGO

Y eso hacemos, estamos subiendo por la calle Hereford y Esther no deja de alentar al público (como ya hace mucho rato), el ruido es realmente aturdidor, giramos a la izquierda y, a lo lejos vemos la línea de meta, al fondo de una avenida plagada de miles de personas que hace mas de 4 horas que están allí guardando la posición, es un momento realmente emocionante, el punto y final a 4 horas realmente especiales.

Continuará…

Joan 
El equipo de sedentarios